686. ¡Quien no se decida, se perderá! — 12.09.2014

Mi hija. Mi querida hija. Por favor, diles hoy a Nuestros hijos lo siguiente:

Deben vivir la luz que arde en ustedes, ¡porque de lo contrario quedarán encerrados en la oscuridad del diablo y perecerán miserablemente! El sufrimiento de sus almas será grande, y la alegría que les trae Mi Hijo les será negada.

Mis hijos. Es tan importante que encontrarán a Mi Hijo, porque sin ÉL les esperan mil años de condenación.* Solo después de ese tiempo se concederá a todas las almas una nueva y última oportunidad, pero solo unos pocos sabrán aprovecharla, porque sus almas estarán demasiado enfermas, demasiado debilitadas (débiles) como para albergar aún un atisbo de esperanza que les permita encontrar al Padre.

Mis hijos. ¡Lo que no hagan ahora les costará la eternidad! Al igual que lo que hacen, porque si no profesan su fe en el Señor, (¡) no LE siguen y no realmente VIVEN SEGÚN SUS PALABRAS (!), caerán la condenación y la oscuridad eterna sobre ustedes y sufrirán, sufrirán, sufrirán.

Mis hijos. Preparen ahora el camino para una eternidad en alegría -su eternidad-, ¡y vivan la paz eterna del Padre! Serán los hijos más felices del Señor si se conviertan y dan su SÍ a Mi Hijo.

Vengan, Mis hijos, ¡vengan y no duden! Con Mi Hijo, la alegría se instalará en ustedes y en su existencia, pero sin ÉL se perderán en manos de los advenedizos y su maestro de las tinieblas.

Pregúntense a ustedes mismos qué es lo que quieren: una vida en la Gozo Divino, en paz, cuidado, dicha y seguridad, o bien mil años de dolor y miseria, tormentos, sufrimientos y desolación.

La decisión es suya, pero estén advertidos, Mis hijos. Quien no se decida, se perderá. Amén.

Su Madre en el Cielo que los ama.

Madre de todos los hijos de Dios y Madre de la Salvación. Amén.

Las gracias del Padre son grandes. ¡Acéptenlas y conviértanse! Solo quien profesa su fe en Jesús verá la gloria del Padre y vivirá en ella.

Vengan, Mis hijos, vengan, porque Jesús los está esperando. Amén.

Los envuelvo con Mi bendición maternal y los cubro con Mi manto protector. Amén.

Su madre que los ama en el Cielo con los santos de la comunión de los santos. Amén.”

(* Nota: véase Apocalipsis, cap. 20,5)