151. Aunque muchos de ustedes no se den cuenta, el tiempo del fin está más cerca de lo que piensan — 25.05.2013

Mi hija. Mi querida hija. Dile al mundo que Yo, Su Madre en el Cielo, amo a todos Nuestros hijos en todo el mundo. Diles que el tiempo es apremiante para que regresen porque en el día de la gran alegría, cuando Mi Santo Hijo venga a la tierra desde la altura del cielo con todas las señales, entonces Nuestros hijos ya deben haberse convertido a Él y llevar el Sello de Nuestro Padre Todopoderoso para que se mantengan a salvo del maligno y para que ese no pueda arrastrarlos al lago de fuego.

Mis hijos, se acerca el momento. Aunque muchos de ustedes no se den cuenta en su mundo divertido del consumismo, el tiempo del fin está más cerca de lo que piensan. Dios Padre, quien fijó la fecha de la Segunda Venida de Mi Hijo, no mirará por mucho más tiempo sin reaccionar. Demasiado malos son los crímenes contra Sus hijos, demasiado pesados ​​los pecados que se cometen y que pesan como el plomo sobre sus almas y sobre su tierra.

Deben mejorar, Mis tan amados hijos. ¡TODOS! Ya no saben lo que es el amor al prójimo y para ustedes resulta difícil amar a su prójimo con todos sus defectos. No miren los defectos. Vean solo lo bueno. Y si no logren verlo, entonces miren a su prójimo con los ojos de Dios Padre, que ama tanto a todos Sus hijos. Quien mira a su prójimo con los ojos amorosos de Dios lo tratará bien y lo enfrentará con amor y paz. Dios Padre puede perdonar todo, así también ustedes deben perdonar todo.

Siempre miren a su prójimo como Dios Padre lo mira a él, entonces lo enfrentarán con ese Amor Divino que perdona todo y que hace el bien. No miren con sus [propios] ojos, porque sus ojos no ven lo que Dios ve. Miren el alma del otro y dense cuenta de que él es igual que ustedes, con los mismos sentimientos, los mismos deseos, anhelos y la necesidad de amor. Si miran a su prójimo de esa forma, será cada vez más fácil para ustedes enfrentarlo con amor.

Prejuicios ya no habrá porque solo verán el alma de la persona, y cada alma anhela y necesita lo mismo: amor, alegría, seguridad. No importa cómo se comporte la persona o lo que haga, siempre son estas tres piedras angulares las que el alma necesita para estar sana, donde la seguridad aquí es sinónimo de paz.

Así que denle a su prójimo lo que necesita y enfréntenlo en amor y paz. Entonces, Mis amados hijos, resolverán disputas y su vida diaria (volverá) a ser amigable. Háganlo por su prójimo y por sí mismos, porque lo que le hagan a su prójimo, lo hacen sí mismos.

Sean buenos los unos con los otros, hijos Míos, y dense alegría unos a otros. Verán que se liberarán muchos bloqueos invisibles y que (volverán) a tener amistades.

Que así sea.

Su Madre en el Cielo quien los ama.

Madre de todos los hijos de Dios.

Gracias, Mi hija.