197. Es el corazón, el corazón de ustedes, él que les permite comprender el misterio de Dios — 08.07.2013

Mi hija. Mi querida hija. Gracias por escribir tanto.

Comprender la Palabra de Dios requiere un corazón verdaderamente puro. Sin un corazón puro siempre tendrán dificultades, porque es el corazón, el corazón de ustedes, él que les permite comprender el misterio de Dios.

Quien no esté libre de pecado, es decir quien no se haya arrepentido de sus pecados cometidos tampoco encontrará el camino a Dios, porque su corazón es impuro y le impide encontrar a Dios. El no entenderá cuán fácil es el camino hacia la felicidad y la gloria porque lleva el mal adentro de él, debido a que no se arrepiente.

Mis hijos, es tan importante que abran sus corazones y hagan espacio para Mi Hijo y Dios Padre dentro de ustedes! Tienes que prepararse, porque solo podrán recibir debidamente a Mi Hijo con un alma pura, solo con el corazón abierto ÉL podrá salvarlos y guiarlos de regreso a casa donde el mal no existe, donde solo el amor está en casa, que su alma tanto anhela.

A través de todos sus pecados no arrepentidos, bloquean el camino a la gloria. Ustedes se ponen a sí mismos obstáculos aparentemente insuperables en el camino. Es como si dieran un paso en el camino hacia Dios Padre y luego ustedes mismos arrojaran piedras a sus pies, con las cuales el camino se llena de baches y se hace innecesariamente difícil. Muchos de ustedes incluso levantan un muro enorme y, por supuesto, así no avancen ni un paso más en el camino de regreso al Creador.

¡Derriben los muros! ¡Quiten las piedras del camino! Para ustedes la manera más fácil de hacer esto es a través de la confesión, porque allí, Mis amados hijos, Mi Hijo los perdona todo los pecados a través del sacerdote consagrado por ÉL, incluso aquellos pecados que quizás ni recuerdan. Pero, deben mostrar remordimiento; deben sentir culpa y deben tratar de ¡no cometer de nuevo estos pecados ya arrepentidos y confesados!

¡No les servirá de nada confesar sus pecados si no se arrepienten!

¡No les servirá de nada confesar sus pecados si ya han tomado la decisión de

cometer el mismo pecado otra vez!

Arrepiéntanse y sean buenos, Mis hijos tan amados por Mi, y el camino hacia el Reino de los Cielos también será fácil para ustedes!

Los amo tanto.

Su Madre en el Cielo.
Madre de todos los hijos de Dios.

Jesús también está allí y asiente con la cabeza.

 

«Amén, les digo esto: 

Quien no lleva arrepentimiento en su corazón, a él el pecado no será perdonado.

Quien vuelva a pecar instantáneamente sin al menos querer evitar el pecado, a él el pecado tampoco será perdonado.

Quien no es perdonado encuentra difícil encontrarme. Quedará frente a una puerta cerrada, porque las puertas del cielo no se le abrirán.

Pero quien se arrepienta de sus acciones pecaminosas, él será admitido, pero también su alma primero debe limpiarse.

Por lo tanto, sean buenos durante la vida, Mis hijos, de lo contrario les espera primero el purgatorio. Los limpiará hasta que estén libres y purificados.

Pero ¡ay de aquél que no se arrepiente! Para él el lago de fuego se abre y su caída no puede ser detenido.

Tan pronto como esté en la caída y solo recién ahí tome consciencia y quiera arrepentirse -porque reconocerá sus acciones- será demasiado tarde y la eterna angustia del alma lo alcanzará. Ya no habrá salvación para él porque se dejó engañar por del diablo.

Así que conviértanse a Mi, su Jesús, y alcancen una vida en la gloria de Mi Padre.

Los amo mucho.

Su Jesús quien los ama.
Redentor de todos los hijos de Dios.»

 

«Mi hija. Nuestros hijos no saben lo que están haciendo. Tienen que comenzar a vivir con sus corazones, de lo contrario perecerán y se perderán para siempre.

Su Padre en el Cielo.
Creador de todos los hijos de Dios.»

 

Gracias, Mi niña, Mi hija. Te amo.