379. La única salida es Mi Hijo — 16.12.2013

Mi hija. Siéntate conmigo. Yo, tu tan querida Madre en el Cielo, quiero decirte hoy esto con respecto a tu noche:

Lo que viste fue el infierno, aunque lo viste solo tenuemente. Viste y sentiste lo que les sucede a los hijos de Dios cuando no se convierten a Mi Hijo. También viste el infierno abrirse y viste el lago de fuego.

Mi hija. Dile a Nuestros hijos que se vuelvan a Jesús, porque ÉL es su única salvación. Has «experimentado» lo terrible que es cuando un alma toma conciencia de esta desesperanza y de que no haya vuelta atrás.

Mi hija. Cuéntales a Nuestros hijos de esto, para que se salven de este terrible destino. Diles que deben empezar a creer, ya que deben creer en una vida después de esta vida para no ser empujados al abismo de forma repentina e inesperada y en estado de shock y pánico. Los demonios sólo están esperando su alma para llevársela a Satanás, y a quien se resista Satanás mismo lo buscará, tal como te lo hemos mostrado esta noche.

Mis hijos. ¡Conviértanse! ¡Lleven una buena vida! De lo contrario, los demonios vendrán a robar su alma y no podrán hacer nada al respecto.

Mis hijos. La oración que le dimos esa noche a María de la Preparación Divina de los Corazones es una oración para librarse de este tormento. ¡Apréndanlo! ¡Porque cuando en la hora de su muerte los demonios vienen a buscar su alma, entonces ésta es la única salvación que aún se les puede dar!

¡Conviértanse ahora y denle a Jesús su SÍ! Entonces se salvarán de este tormento y el diablo perderá el control sobre ustedes. Que así sea. Los amo.

Su Madre en el Cielo.

Madre de todos los hijos de Dios.

«Mi niña. Mi hija. La única salida de no caer en ese tormento del infierno es Mi Hijo. Díselo a Mis hijos. Te amo. Yo amo a todos Mis hijos.

Tu Padre en el Cielo. Amén.»